Tuesday, November 07, 2006

Tesis de política, por Enrique Dussel



Tesis de política *
Enrique Dussel

Palabras preliminares

Estas veinte tesis sobre política van dirigidas primeramente a los jóvenes a los que deben comprender que el noble oficio de la política es una tarea patriótica, comunitaria, apasionante. Es verdad que la actividad política se ha corrompido en gran medida, en particular entre los países poscoloniales, porque nuestras élites políticas desde hace 500 años han gobernado para cumplir con los intereses de las metrópolis de turno (España, Portugal, Francia, Inglaterra y hoy Estados Unidos). Considerar a los de abajo, a la comunidad política nacional, al pueblo de los pobres, oprimidos y excluidos, es tarea que cuenta con poca prensa y prestigio.

Por ello, ante la reciente experiencia latinoamericana de una cierta “Primavera política” que se viene dando desde el nacimiento de muchos nuevos movimientos sociales (como las “Madres de Plaza de Mayo” o los “piqueteros”, los “Sin Tierra”, los “cocaleros”, las movilizaciones indígenas de Ecuador, Bolivia, Guatemala, y tantos otros) reunidos en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, y desde la inesperada elección de Néstor Kirchner, de Tabaré Vázquez, de Luiz Inacio “Lula” da Silva, de Hugo Chávez, de Evo Morales, y de la perenne y proverbial figura del “abuelo” Fidel Castro (que como el Viejo Vizcacha del Martín Fierro, y como el zorro, “más sabe por viejo que por zorro”), entre los que no hay que olvidar la figura simbólica del Sub Marcos, entre tantos otros signos de esperanza, debemos comenzar a crear una nueva teoría, una interpretación coherente con la profunda transformación que nuestros pueblos están viviendo.

La nueva teoría no puede responder a los supuestos de la modernidad capitalista y colonialista de los 500 años. No puede partir de los postulados burgueses, pero tampoco de los del socialismo real (con su imposible planificación perfecta, con el círculo cuadrado del centralismo democrático, con la irresponsabilidad ecológica, con la burocratización de sus cuadros, con el dogmatismo vanguardista de su teoría y estrategia, etc.). Lo que viene es una nueva civilización transmoderna, y por ello transcapitalista, más allá del liberalismo y del socialismo real, donde el poder era un tipo de ejercicio de la dominación, y donde la política se redujo a una administración burocrática.

La “izquierda” (aquel lugar ocupado por grupos progresistas en una de las asambleas de la Revolución francesa) exige una completa renovación ética, teórica y práctica. La izquierda gobernó desde los Comités centrales o como oposición. Pasar a la responsabilidad democrático política de ejercer un poder obediencial no es tarea fácil; es intrínsecamente participativa; sin vanguardismos; habiendo aprendido del pueblo el respeto por su cultura milenaria, por sus narrativas míticas dentro de las cuales ha desarrollado su propio pensamiento crítico, sus instituciones que deben integrarse a un nuevo proyecto.

El siglo XXI exige gran creatividad. Aun el socialismo, si todavía tiene algún significado, deberá desarrollarse como indica Evo Morales, también como una “revolución cultural” (y no es ya para nada la de la China de 1966). Es la hora de los pueblos, de los originarios y los excluidos. La política consiste en tener “cada mañana un oído de discípulo”, para que los que “mandan manden obedeciendo”. El ejercicio delegado del poder obediencial es una vocación a la que se convoca a la juventud, sin clanes, sin corrientes que persiguen sus intereses corrompidos, y son corrompidos por luchar por intereses de grupos y no del todo (sea el partido, sea el pueblo, sea la patria, sea América Latina, sea la humanidad).

Además, estas 20 tesis situadas en un nivel abstracto deberán ir ganando, con su desarrollo posterior, mayor concreción. Así las tesis 1 a 9 son las más simples, abstractas y fundamentales, sobre las que se construye el resto. Como indicaba Marx, “hay que ascender de lo abstracto a lo concreto”. Las tesis 11 a 20 son más complejas y concretas, ya que integran la contradicción que supone que el pueblo toma la palabra y entra a la acción como un actor colectivo. En el futuro, nuevas tesis deberían situar estos niveles en un grado aún mayor de complejidad y concreción, al tomar en cuenta la integración del tema colonial, poscolonial, las metrópolis y el imperio, y la lucha de liberación contra esas fuerzas internacionales. Aún cabrían otras tesis, donde en un máximo de complejidad entren a jugar los procesos de dominación y alienación en todos los niveles, y cuando los principios normativos pueden enfrentarse y hay que elegir unos ante otros (dentro de la inevitable incertidumbre), y esto porque los pueblos no actúan como sujetos puros, sino como bloques contradictorios, que frecuentemente en la historia traicionan sus reivindicaciones más profundas. ¿Cómo pudieron elegir pueblos enteros a Hitler, G. W. Bush o gobiernos como los de Menem o Fujimori (porque el de Salinas no fue electo, sino que significó una vulgar usurpación)?

Enrique Dussel
Cerca de Anenecuilco, Morelos,
24 de marzo de 2006


Introducción

[1.01] Para entender lo político (como concepto), la política (como actividad), es necesario detenerse en analizar sus momentos esenciales. En general el ciudadano, el político por profesión o vocación, no han tenido posibilidad de meditar pacientemente el significado de su función y responsabilidad política. En esta Primera parte se trata de estudiar los diversos momentos de lo político, sus niveles y esferas, y en especial en tiempo de tanta corrupción la cuestión de los principios normativos de la política. Una vez que hayamos dado cuenta en abstracto de los momentos mínimos de lo político, podremos ascender a un nivel más concreto, conflictivo y crítico (que será el tema de la Segunda parte).

Tesis 1
La corrupción de lo político. El “campo político”. Lo público y lo privado


[1.1] La corrupción de lo político

[1.11] Habría que intentar en primer lugar debatir sobre lo que lo político “no es”, para despejar el campo positivo. Lo político no es exclusivamente ninguno de sus componentes, sino todos en conjunto. Una casa no es sólo una puerta, ni sólo una pared, ni un techo, etc. Decir que la política es uno de sus componentes aisladamente es una reducción equivocada. Hay que saber describirla como totalidad. Pero además, en totalidad, hay malas casas, casas que no permiten vivir bien, que son demasiado pequeñas, o inútiles, etc. De la misma manera en lo político.

[1.12] Lo político como tal se corrompe como totalidad, cuando su función esencial queda distorsionada, destruida en su origen, en su fuente. Anticipando a lo que después explicaremos, es necesario al que se inicia en la reflexión de lo que sea lo político prestar atención a su desvío inicial, que haría perder completamente el rumbo de toda acción o institución política.

[1.13] La corrupción originaria de lo político, que denominaremos el fetichismo del poder, consiste en que el actor político (los miembros de la comunidad política, sea ciudadano o representante) cree poder afirmar a su propia subjetividad o a la institución en la que cumple alguna función (de allí que pueda denominarse “funcionario ”) —sea presidente, diputado, juez, gobernador, militar, policía— como la sede o la fuente del poder político. De esta manera, por ejemplo, el Estado se afirma como soberano, última instancia del poder; en esto consistiría el fetichismo del poder del Estado y la corrupción de todos aquellos que pretendan ejercer el poder estatal así definido. Si los miembros del gobierno, por ejemplo, creen que ejercen el poder desde su autoridad autorreferente (es decir, referida a sí mismos), su poder se ha corrompido.

[1.14] ¿Por qué? Porque todo ejercicio del poder de toda institución (desde el presidente hasta el policía) o de toda función política (cuando, por ejemplo, el ciudadano se reúne en cabildo abierto o elige un representante) tiene como referencia primera y última al poder de la comunidad política (o del pueblo, en sentido estricto). El no referir, el aislar, el cortar la relación del ejercicio delegado del poder determinado de cada institución política con el poder político de la comunidad (o pueblo) absolutiza, fetichiza, corrompe el ejercicio del poder del representante en cualquier función.

[1.15] La corrupción es doble: del gobernante que se cree sede soberana del poder y de la comunidad política que se lo permite, que lo consiente, que se torna servil en vez de ser actora de la construcción de lo político. El representante corrompido puede usar un poder fetichizado por el placer de ejercer su voluntad, como vanagloria ostentosa, como prepotencia despótica, como sadismo ante sus enemigos, como apropiación indebida de bienes y riquezas. No importa cuáles aparentes beneficios se le otorguen al gobernante corrompido, lo peor no son los bienes mal habidos, sino el desvío de su atención como representante: de servidor o del ejercicio obediencial del poder a favor de la comunidad se ha transformado en su esquilmador, su “chupasangre”, su parásito, su debilitamiento, y hasta extinción como comunidad política. Toda lucha por sus propios intereses, de un individuo (el dictador), de una clase (como la burguesa), de una élite (como los criollos), de una “tribu” (herederos de antiguos compromisos políticos), son corrupción política.

[1.2] El campo político

[1.21] Todo lo que denominamos político (acciones, instituciones, principios, etc.) tienen como espacio propio lo que llamaremos campo político. Cada actividad práctica (familiar, económica, deportiva, etc.) tiene también su campo respectivo, dentro del cual se cumplen las acciones, sistemas, instituciones propias de cada una de estas actividades.

[1.22] Usaremos el concepto de campo en un sentido aproximado al de Pierre Bourdieu.1 Esta categoría nos permitirá situar los diversos niveles o ámbitos posibles de las acciones y las instituciones políticas, en las que el sujeto opera como actor de una función, como participante de múltiples horizontes prácticos, dentro de los cuales se encuentran estructurados además numerosos sistemas y subsistemas —en un sentido semejante al de N. Luhmann.2 Estos campos se recortan dentro de la totalidad del “mundo de la vida cotidiana”.3 Nos interesarán especialmente los campos prácticos.

[1.23] El sujeto, entonces, se hace presente en dichos campos situándose en cada uno de ellos funcionalmente de diversa manera. El sujeto es la S del esquema 1.2, que aparece en los campos A, B, C, D y N (como hemos dicho, en un campo familiar, de la vida de barrio o aldea, del horizonte urbano, o de los estratos sociales, de la existencia económica, deportiva, intelectual, política, artística, filosófica, y así indefinidamente). El mundo cotidiano no es la suma de todos los campos, ni los campos son la suma de los sistemas, sino que los primeros (el mundo, el campo) engloban y sobreabundan siempre a los segundos (los campos o sistemas), como la realidad siempre excede todos los posibles mundos, campos o sistemas; porque al final, los tres, se abren y se constituyen como dimensiones de la intersubjetividad. Y esto es así porque los sujetos están inmersos ya desde siempre en redes intersubjetivas, en múltiples relaciones funcionales en las que juegan el lugar de nodos 4 vivientes y materiales insustituibles.5 No hay campos ni sistemas sin sujetos (aunque puede considerarse a un sistema analítica y abstractamente como si no tuviera sujeto).

[1.24] Todo campo político es un ámbito atravesado por fuerzas, por sujetos singulares con voluntad, y con cierto poder. Esas voluntades se estructuran en universos específicos. No son un simple agregado de individuos, sino de sujetos intersubjetivos, relacionados ya desde siempre en estructuras de poder o instituciones de mayor o menor permanencia. Cada sujeto, como actor es un agente que se define en relación a los otros.

[1.25] El mundo de cada uno, o el nuestro, está compuesto por múltiples campos. Cada campo, por su parte, puede estar atravesado por otros; lo mismo que el campo por diversos sistemas. El sujeto sabe cómo comportarse en todos ellos; tiene mapas cerebrales para cada uno de ellos lo cual le ha valido un largo aprendizaje del poder moverse sin cometer errores prácticos, de lo que no tiene sentido desde del horizonte hermenéutico que cada campo supone.

[1.26] Cada campo tiene grupos de intereses, de jerarquización, de maniobras; con sus respectivas expresiones simbólicas, imaginarias, explicativas. Se puede efectuar entonces una topografía o mapa de las diversas fuerzas emplazadas, con respecto a las cuales el sujeto sabe actuar. Pero dicho campo no es sólo un texto para ser leído (como opinaría P. Ricoeur), ni símbolos a ser decodificados, ni imaginarios para ser interpretados; son igualmente acciones puestas con finalidades, repetidas en instituciones, estructuradas en consensos, alianzas, enemistades. Son estructuras prácticas de poder de la voluntad y narrativas para ser conocidas por la razón práctica intersubjetiva.

[1.27] El campo es ese espacio político de cooperación, de coincidencias, de conflictos. No es entonces la estructura pasiva (del estructuralismo), sino un ámbito de interacciones, que no sólo se distingue de la lógica de la mecánica cartesiana, newtoniana o einsteiniana, sino que se aproxima más a la lógica de la termodinámica de la teoría de la complejidad, con relaciones bifurcadas (o plurifurcadas) de causa-efecto no lineales sociales, políticas.

[1.28] Todo campo está delimitado. Lo que queda fuera del campo es lo que no le compete; lo que queda dentro es lo definido como componente por las reglas que estructuran las prácticas permitidas dentro del campo. Los límites definen la superficie que fija la esfera del cumplimiento normativo de su contenido, diferenciando lo posible de lo imposible:6 “Estamos obligados a decir que el objetivo político de la guerra está situado realmente fuera de la esfera de la guerra”.7 De manera que tanto el campo político como el de la guerra son diferentes, y sin embargo el actor puede cruzarse de uno a otro en un instante.

[1.29] Todo campo tiene diversos sistemas. El campo político puede estar institucionalizado por un sistema liberal o socialista real, o por el sistema de participación creciente (como lo intenta la Revolución bolivariana de Venezuela o la de Evo Morales en Bolivia).

Así como los campos se cruzan (el campo económico puede cruzar al político), los sistemas de cada campo pueden a su vez cruzarse entre ellos (el sistema capitalista puede cruzarse con el sistema liberal o con un sistema poscolonial de élites formadas en la dependencia política). La burguesía, con la Revolución inglesa del siglo XVII, creó un sistema político parlamentario que le permitió desarrollar el sistema capitalista económico hasta alcanzar la revolución industrial (sistema tecnológico subsumido materialmente dentro del sistema capitalista). Como puede verse estas distinciones son mucho más adecuadas que la “instancia” de L. Althusser —pésima interpretación del marxismo Standard.




[1.3] Lo privado y lo público

[1.31] Lo privado-público8 son diversas posiciones o modos del ejercicio de la intersubjetividad. La intersubjetividad contiene ante sus ojos a] la trama desde donde se desarrolla la objetividad de las acciones y las instituciones (como el contexto de la existencia y del sentido), y es también b] un a priori de la subjetividad (ya que siempre es un momento constitutivo anterior, génesis pasiva).

El matrimonio monógamo, por ejemplo, es una institución social objetiva (ante la conciencia como un objeto), y es al mismo tiempo (en referencia a la madre y el padre concretos de la subjetividad del hijo) lo que está debajo y antes constituyendo la propia subjetividad del niño. La democracia es una institución política objetiva, que origina al mismo la subjetividad tolerante de los ciudadanos desde la cuna, como supuesto subjetivo. Es decir, toda subjetividad es siempre intersubjetiva.

[1.32] Se denominará privado el accionar del sujeto en una posición intersubjetiva tal que se encuentre protegido de la presencia, de la mirada, del ser agredido por los otros miembros de los múltiples sistemas intersubjetivos de los que forma parte. Sería una práctica externa al campo político. En la relación privada hay siempre participantes (al menos dos) que no hacen perder al otro el carácter de privada de la relación. Son los participantes de la esfera de los “próximos”, de los “nuestros”, de los “propios”, de los “habituales”, de los “familiares”. Es por ello por lo que, sistémico-institucionalmente, se habla frecuentemente de la familia, de los que se encuentran “para-adentro” de las paredes del hogar; paredes que nos separan de lo “extraño”, “ajeno”, “exterior”: de los “elementos”, de lo “peligroso”, que debió aterrorizar en los tiempos primitivos al ser humano.

[1.33] Lo público, por el contrario, es el modo que el sujeto adopta como posición intersubjetiva en un “campo con otros”; modo que permite la función de “actor”, cuyos “papeles” o acciones se “representan” ante la mirada de todos los otros actores; papeles definidos desde el relato o narrativa fundante (el libreto completo) de un cierto sistema político. “Entrar” en la “esfera pública” es “salir” de una esfera privada (privacidad donde deja de darse la escenografía del “teatro”, del ser actor y del cumplir papeles; aunque los habrá de alguna manera, en la esfera privada). Hay entonces “limites”, “líneas”, umbrales, que continuamente se están atravesando, sobrepasando, entrecruzando como cumplimiento de las reglas o como trasgresiones. Lo público es el ámbito de lo ostensible, y por ello el lugar más público imaginado posible es el de la asamblea política de los representantes —vistos y observados responsablemente por los representados, que juzgan con derecho si son correctamente representados en sus intereses. Desde el “ágora” griega o el “magno consejo” de Venecia, la política es sinónimo de “lo público”.

[1.34] Lo obrado por el político (en cuanto tal) en la oscuridad no-pública (que unos videos pueden poner públicamente a la vista de todos) es corrupción (en tanto oculta al representado, a la comunidad, actos no justificables a la luz pública). Por su parte, la “opinión pública” es el medio donde se alimenta lo público político.

Notas

1 Véase de Pierre Bourdieu sobre el “campo”, Questions de Sociologie (Bourdieu, 1984); L’Ontologie politique de Martin Heidegger (Bourdieu, 1989); Les Régles de l ’Art. Genèse et Structure du Champ Littéraire Bourdieu, 1992).

2 Sobre Luhmann véanse sus obras Die Politik der Gesellschaft (Luhmann, 2000) y Poder (Luhmann, 1995).

3 El “mundo de la vida cotidiana” (Lebenswelt) no es el “en-donde” los sistemas colonizan, sino que es el todo dentro del cual hay sistemas componentes de la misma “vida cotidiana”.

4 Véase Manuel Castells, en el volumen 1: La sociedad red, de su obra La era de la información: Economía, sociedad y cultura(Castells, 2000).

5 Véanse muchas definiciones sobre “subjetividad”, “intersubjetividad”, etc., en mi trabajo “Sobre el sujeto y la intersubjetividad”, en Hacia una filosofía política crítica (Dussel, 2001, pp.319 ss).

6 Lo “imposible” es aquello que supera el horizonte del campo y lo transforma en otra práctica.

7 K. von Clausewitz, De la guerra, L. I, cap.2 (Clausewitz, 1999, p.26).

8 “Lo público” viene del latín Publica significa las “rentas del Estado”; publico (como verbo), en cambio, es “confiscar adjudicando al fisco un tesoro común”; publicum significa el tributo, el subsidio, y el lugar o territorio donde se pone lo común del Estado. De allí la respublica (genitivo reipublicae) son “los bienes de la comunidad” en primer lugar; y, por extensión, todo lo común a la comunidad, los lugares de las acciones comunitarias. En castellano lo “público” es “lo sabido y visto por todos” ((Moliner, 1992, vol. 2, p.876).

* Fragmento del libro del autor 20 tesis de política. México, Siglo XXI, Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, 2006. Reproducido con autorización de la editorial.

1 Comments:

At 1:53 AM, Blogger Alessandra So. said...

http://20tesidipolitica.blogspot.com/ el blog de la traduccion italiana de las 20 tesis!

 

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