Thursday, August 30, 2007

Eso que ilumina el mundo, por Armando González Torres



Eso que ilumina el mundo*
Armando González Torres


FORASTEROS EN EL ESPEJO

Me aconsejó buscar a Dios en mi propia morada; no me atrevía a decirle que había perdido la llave en mi última parranda.

Querer apoyarse en la oquedad del mundo.

Mi instinto aristocrático desconfía de la turba que se aloja en mi cerebro.

Trátate con la helada cortesía de un extraño y con el amable rigor de un patrón.

Se reconocía en ciertos rostros,
se detestaba en muchos más.

Guarda éste que fui hoy en tu
recuerdo más piadoso.

Me divorcié de mi espíritu para poder
cohabitar con mi cuerpo.

Despierto diariamente con la ilusión
de ya no ser el mismo yo.

Ay, qué dolor, soy impune a mi propia ley.

Somos aquello que odiamos, pero qué bien la pasamos.


SIETE PECADOS HE COMETIDO

Que la misma ponzoña que me consume,
infeste el alma de los que me odian.

¡Cómo me gusta dilapidar mi paraíso prometido
en el infierno de paga de tu carne!

No tienen necesidades ni aspiraciones, tienen intereses; no
tienen pensamientos, tienen posturas; tampoco
tienen alma, tienen personalidad.

¡Cómo lo agotaba fingir laboriosidad!

También hay gula de ideas, y el devorador de opiniones
amaga con su halitosis en los rincones de cualquier café.

Despojar al muerto de todo lo que amábamos de él,
y enterrarlo con todo lo que detestábamos.

La pesadilla del avaro: olvidar los escondrijos
donde oculta sus tesoros.


HACIA UNA CONVERSIÓN

¡Basta de que nos manipule el sistema, elijamos
con libertad nuestros dogmas y prejuicios!

En mi país las mentes brillantes son castradas
Y se les destina al cuidado del burdel imperial.

Erudición: saber sin la redención del olvido.

Cuánto nos condolemos de que nuestro enemigo
no muera con tanto dolor como quisiéramos.


FUGA MUNDI

Nos confundimos: no éramos el rebaño del buen pastor,
sino la piara de cerdos poseída por demonios.

Lo habitual es que la muerte se anuncie
en los ojos de un animal.

Se dice que una flor “huele bonito” cuando sus efluvios
hacen fina la memoria y renuevan las fragancias
abolidas de la infancia.

Yo quisiera una fe indolora y acústica.

Porque estamos llenos de palabras que nos silencian
y de silencios elocuentes.

Los sabios recomiendan estar colmados de silencio.

Apártate y deja que las voces elijan sus propias palabras.


Fragmentos del libro de aforismos del autor Eso que ilumina el mundo. Oaxaca, Almadía, 2006. Reproducidos con permiso del autor.

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