Wednesday, November 29, 2006

Somos muchos, por Jesús Blancornelas



Somos muchos*
Jesús Blancornelas**

Sr. Federico Mayor, director general de la UNESCO.
Sra. Ana María Busquets de Cano, presidente de la Fundación Guillermo Cano
Sr. José Facceto, presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa.
Sr. Antonio Meza, representante personal del señor presidente de la República Mexicana, doctor Ernesto Zedillo Ponce de León.

Igual que don Guillermo Cano, yo debería estar muerto. Diez hombres me dispararon, repartidos en cuatro posiciones para formar una emboscada. Primero, apareció uno desde el lado contrario al chofer, atravesó su carro frente a nuestra camioneta para cerrarnos el paso.

Le vi la cara y a su pistola escupir con estruendo de relámpago las balas. Era una 9 milímetros. No la puedo olvidar. Por instinto, mi guardaespaldas que manejaba primero metió reversa. Luego con su cuerpo me protegió y me lanzó al piso. Mientras él recibió 38 impactos, a mí me alcanzaron cuatro. Terminada la balacera, alguien contó los orificios de las balas en nuestro vehículo: 138 de entrada con su respectiva salida. Todas de calibre 9 milímetros o de AK-47. Hubo más que pegaron en paredes, ventanas y rejas de casas cercanas a la emboscada.

Mi escolta y yo sabíamos que nos atacarían, pero no cuándo ni donde. Éramos y soy como venados en el campo o leones en la selva, con la desventaja de no poder enterarnos cuándo llegarán los cazadores. Igual que los animales, hermanos en este mundo, los periodistas nos convertimos en blanco del narcotráfico sin deberla ni temerla.

Acurrucado en la parte delantera y baja contraria al volante de la camioneta, no sé por qué puse mi cabeza sobre el asiento y vi con claridad el pecho de mi guardaespaldas perforado en dos hileras como si las hubieran medido cuidadosamente en distancia y anchura. No sentí cuando dos balas abrieron otros tantos pequeños orificios en mi mano derecha. Pero no me quitaron la fuerza para tomar el radio portátil y comunicar a mi esposa en casa, y a mis compañeros en el semanario, que nos estaban balaceando y di la posición.

Empecé a rezar en voz alta: “Dios mío, en tus manos pongo mi espíritu y el de toda mi familia. Cuídalos.” Lo repetí no sé cuántas veces. Entonces sentí como si me golpearan muy fuerte en las caderas. Como si lo hubieran hecho con un madero. Como si me hubieran dado un garrotazo. Y luego empecé a respirar con dificultad; por eso cuando me oyeron en la radio no reconocían mi voz.

La ambulancia llegó al parejo con mi hijo que es fotógrafo y empezó a tomar las primeras gráficas cuando me subían a la camilla porque ésa era su obligación antes que atender a su padre. Captó los últimos instantes de mi compañero y a la camioneta con todos los cristales rotos y perforada como las frutas cuando las picotean los pájaros. Cuando me depositaron en el quirófano, había perdido casi toda la sangre. No podían encontrarme vena para transfusión ni en brazos ni manos. Lo hicieron en un pie. Una doctora en medicina crítica me comentó que si hubiera llegado cinco minutos después, habría muerto.

Yo no sentía, pero llevaba todo hinchado todo el cuello y los brazos amoratados. Pólvora y sangre revueltos. Cuando recobré la conciencia días después, vi como la fuerza de las balas que me pasaron cerca cambiaron el color de mi piel a un azuloso como el de los sellos de goma que se estampan en el papeleo burocrático.

Una bala de AK-47 entró por mi costado derecho. Pegó con una costilla y la rompió, pero también el proyectil se partió en dos. La mitad me agujeró el hígado y un pulmón. La otra se elevó y se alojó entre la columna vertebral y el corazón. Primero el bisturí abrió mi abdomen hasta el pecho y bajo al lado derecho; 48 horas más tarde le tocó a mi espalda. Las doctoras, los médicos, maravillosos, expulsaron los proyectiles y también a la muerte. Cuando les di las gracias, me dijeron que mejor se las diera a Dios, porque Él guió sus manos.

Recién abandoné el hospital, el FBI y oficiales del ejército mexicano me notificaron: los narcotraficantes, enterados de que no morí, firmaron dos contratos de 80 mil dólares cada uno para rematarme. Eso pagan por quitarme la vida. Pero ahora dicen que lo harán con pistola y a la cabeza. Es que cuando fueron diez, hubo fuego cruzado y mataron a su propio jefe, que se disponía a rematarnos con una escopeta. Quedó recargado sobre el arma a poca distancia de nuestro vehículo. Llevaba guantes especiales para disparar y no dejar huellas. También chaleco antibalas. Pero una bala que rebotó del piso le entró por un ojo y murió.

Desde que salí del hospital, diez miembros del ejército mexicano me protegen y viajo en auto blindado. No voy a ninguna parte. Solamente de mi casa a la oficina y vuelta. Todos los fines de semana los paso en mi vivienda. No salgo para nada. Puedo ir a dondequiera, pero no lo hago porque siempre estoy rodeado de guardianes con ametralladoras y evidentemente causo incomodidad, susto y enojo. Por eso tampoco puedo ir a misa. Los que me cuidan tienen orden de estar junto a mí. Los sacerdotes me envían la comunión a mi casa y cuando viajo se asombran de verme rodeado. Revisan el avión antes de subir y al llegar al hotel, también inspeccionan primero mi cuarto. Hace mucho que no visito un restaurante ni voy a un centro comercial. Mi mujer me compra ropa o yo la escojo por catálogo.

Y para trabajar he tenido la dicha de que los funcionarios o particulares acepten hablar por teléfono en un país donde la creencia del espionaje es una obsesión. Otros me visitan en el semanario o en la casa. Mis editores y mis compañeros reporteros me auxilian. Otros que ni siquiera conozco me ayudan desde varios estados del país informándome sobre las actividades del narcotráfico. Ésa es mi vida a grandes rasgos. Por fortuna he vivido tanto que si me la paso encerrado, estoy resignado. Estoy en la tercera edad y no tengo gusto pendiente por satisfacer. Hoy más que nunca escribo y nadie me detiene. Tengo prisa por hacerlo, sabiendo que estoy viviendo horas extra. No sé cuándo se detendrá el reloj.

Por eso, como don Guillermo Cano Izaza, yo debería estar muerto. A él lo tirotearon por órdenes de la mafia y a mí también. Escribió sobre el narcotráfico y los capos. Y eso hice.

Él debería estar recibiendo este premio. Él se lo merecía. Por eso se lo dedico sinceramente y a mi escolta asesinado, Luis Valero Elizaldi.

Supe del asesinato de don Guillermo pero no de los detalles. He sido enterado de su coraje y eso me ha dado más fuerzas. Pero también estoy enterado de que, como a él, me apoyan hoy mis editores, a los que manifiesto desde aquí mi gratitud.

Es irónico cómo un pistolero acabó con la vida de don Guillermo Cano, enorme, mientras diez sicarios casi le pusieron punto final a la mía, insignificante.

El 15 de marzo me llamó una reportera desde Holanda. “Quero hacerle una entrevista por su último premio”, me dijo. Pensando en una confusión le respondí: “Bueno, el último es el Moros Cabot, pero fue el año pasado, en la Universidad de Columbia en Nueva York. De eso ya pasó tiempo”.

-No –me aclaró-, ése no, el de hoy.

-¿El de hoy? ¿Cuál?

A mis dos preguntas contestó con otra: “¿No le han comunicado nada?” Al responderle con un no, me aclaró: “la UNESCO y la Fundación Guillermo Cano, de Colombia, votaron por usted y recibirá el Premio Mundial de Periodismo”. Me quedé turulato, pasmado, todo engarrotado y casi a punto del soponcio, como si a estas alturas de la vida el ginecólogo me hubiera llamado para anunciarme el embarazo de mi esposa.

Recordé entonces cuando, a los pocos días de recuperar el conocimiento tras la balacera, me fue a ver el señor obispo de Tijuana al hospital. Bendiciéndome, dijo que si Dios no había decidido llevarme era porque algunos pendientes tenía en este mundo.

Hoy creo que uno de esos pendientes era recibir este premio y honrar la memoria de don Guillermo. Alo mejor y él, desde donde esté, algo tuvo que ver. Pero también pienso en otro pendiente: seguir investigando y escribiendo sobre el narcotráfico.

Después de la balacera, muchos me aconsejaron retirarme y encamado aún casi lo decidí. Pero fui reflexionando y pensé en un par de cosas: si me retiro quedaré como un cobarde. Además, la mafia me tomará de ejemplo con otros periodistas diciéndoles: ya ves cómo le fue a éste, a ti te puede pasar igual.

Por eso decidí seguir, aunque ya no tengo la necesidad de hacerlo.

Al tomar la decisión de continuar, lo más importante en mi vida fue el apoyo de mi esposa, de mis hijos y de mis compañeros de trabajo. No puedo olvidar especialmente a muchos periodistas de casi todo mi país. Hicieron tanto ruido que espantaron o frenaron temporal, pero no definitivamente, a mis atacantes. Por eso cuando me dijeron que el premio sería entregado en Colombia, mis amigos y algunos familiares me pidieron no venir. Me dijeron que aquí sí me iban a matar. Me dijeron que me iba a meter en la boca del lobo.

Y aquí estoy. Toco madera. Por lo menos hasta este momento, el lobo y el león tienen parecido. No son como los pintan. Es como cuando dicen que México se va a colombianizar. Yo les respondo que si aquí pasaron o pasan amargos momentos en su tiempo y ahora los tenemos nosotros, esto no tiene etiquetas. Son cosas de la vida. Yo le digo que en vez de pensar en eso de colombianizar, pensemos en americanizar periodísticamente para espantar el mal del narcotráfico y los malos gobiernos que los solapan.

Déjenme recordarles el párrafo de lo que en su columna “Libreta de apuntes” escribió don Guillermo Cano a propósito de los mafiosos: “Se sabe quiénes son y por dónde andan los fugitivos de la justicia. Muchas gentes los ven, pero los únicos que no los ven o se hacen que no los ven son los encargados de ponerlos, aunque sea transitoriamente, entre las rejas de una prisión”. Don Guillermo tenía mucha razón. Sus línea son válidas en muchos países. La corrupción de los gobiernos es la madre del narcotráfico. Desde aquí hasta Alaska, en cualquier parte del mundo donde existe mafia es porque hay funcionarios corruptos. O como decimos en México: la culpa no es del indio, sino del que lo hace compadre.

El narcotráfico ha crecido porque la política se ha rebajado. Y sin dar pasos sobre la nostalgia, hoy en nuestro continente es más fácil comprar un funcionario que un automóvil, sobre todo recién inaugurados los gobiernos o a punto de que se les acabe el calendario constitucional. La burocracia y la política de antaño no eran de una virginal pureza, pero sí les faltó mayor carácter, notable honradez y vida vertical, por eso vivimos las consecuencias. Ya lo escribió don Guillermo.

En octubre de 1998, cuando recibí en Nueva York el premio Moros Cabot en la Universidad de Columbia, dije que mientras los reporteros mexicanos arriesgábamos la vida frente a los mafiosos, los periodistas estadounidenses estaban más interesados en Mónica Lewinski y sus travesuras con Clinton. Y que los diarios de Estados Unidos dedicaban grandes titulares a las continuas ejecuciones de la mafia en México, pero no les ponían atención a los miles de jóvenes que diariamente mueren víctimas de las drogas. Por eso Estados Unidos no puede andar certificando a nuestros países si el suyo es el principal consumidor. Que no nos vengan con eso de que Colombia es de los cárteles y México de los narcotraficantes. Colombia y México son de sus hijos, no de maleantes.

Esto del narcotráfico visto desde la butaquería estadounidense es un thriller latinoamericano. Sólo ven y leen los apellidos como Arellano, Gallardo, Origel o Escobar. Pero desde un ángulo más continental, esto es como volver al viejo juego de qué fue primero, si la gallina o el huevo, pues los consumidores tienen otros apelativos: Williams, Marks, Smith o Sanders. Definitivamente Estados Unidos no puede ver solamente la causa sin reparar en el efecto. O en otras palabras, mientras exista demanda habrá producción.

México hoy libra una batalla como nunca. Me consta. Los propósitos y el esfuerzo del presidente Zedillo son notables y se apoyan fuertemente en el ejército. Pero no se puede acabar en seis años los que nació hace muchos. En México recién formamos la Sociedad de Periodistas. No para publicar esos manifiestos con la clásica frase de “los abajo firmantes”, que ya se hizo popular. En mi país ya pasaron los tiempos de la represión gubernamental y ahora somos víctimas de los particulares o del narcotráfico. Ahora el gobierno y el ejército nos protege.

Antes había más compañeros muertos. Ahora es mayor el número de penalmente denunciados o civilmente demandados. Somos menos víctimas del gobierno, y la libertad de prensa y la democracia que hemos alcanzado y estamos logrando son irreversibles y debemos aprovecharla. Nuestra sociedad, la Sociedad de Periodistas, no quiere ni hará manifestacions callejeras ni desea publicar esquelas de compañeros. Quiere protegerlos. No dejar a nadie solo en su quehacer reporteril sobre el narcotráfico. Reproducir sus notas de inmediato para que la mafia vea que no es nada más un hombre o una mujer. Somos muchos. O como escribió don Guillermo, a nosotros nos repugna la paz de lo sepulcros y por eso queremos que se ensaye la paz.

Invito a mis compañeros de Bogotá a unirnos y caminar juntos en el Comité de Protección a los Periodistas de Estados Unidos, con Reporteros sin Fronteras de Europa, con Periodistas en Investigación, con la UNESCO, con la Fundación Guillermo Cano.

Solamente unidos y organizados podremos seguir adelante.

Mi familia, mis compañeros editores y reporteros de Zeta y yo agradecemos a quienes me eligieron para este premio.

Dios bendiga a don Guillermo Cano.

Dios bendiga a Colombia.

Dios bendiga a México.

Dios bendiga a este continente

Muchas gracias.

* Discurso pronunciado en la recepción del Premio Mundial de Periodismo, otorgado por la UNESCO, en Colombia el 4 de mayo de 1999. Texto tomado del libro Horas extra. Los nuevos tiempos del narcotráfico, México, Plaza y Janés, 2003. Reproducido con permiso del autor y con la autorización de Random House Mondadori.

** Periodista, director del semanario de Tijuana Zeta.

Tuesday, November 21, 2006

Noberto Bobbio, por Giovanni Sartori



Norberto Bobbio *

Giovanni Sartori

De Norberto Bobbio lo sabemos casi todo. Lo sabemos por la Bibliografia degli scritti 1934-1993 (1995), por la Autobiografia (1997), por sus reflexiones en De Senectute (1996), un diálogo en el cual Maurizio Viroli provoca a Bobbio y saca iluminantes respuestas. Queda un Bobbio, digamos, colateral: el maitre à penser que promueve y sostiene la ciencia política en Italia. Es el Bobbio sobre el cual me compete rendir testimonio.

Bobbio provenía de la filosofía del derecho. Pero mientras en ese entonces la materia era encajonada por el grueso de sus estudiosos en la historia de la filosofía, o de todos modos en la filosofía, Bobbio fue kelseniano y abrazó el positivismo jurídico. La dicción no debe engañar. En aquel positivismo no existía nada de empírico. La de Kelsen fue la teoría “pura” del derecho que lo reducía, en última instancia, a forma pura. Por lo tanto, Bobbio no se acercó a la ciencia política por este camino. La conversión, por decirlo de alguna forma, viene en el ámbito del Centro de Estudios Metodológicos de Turín, fundado por Geymonat, en el cual Bobbio se empeñó mucho. Y el Centro lo interesó en el estudio del lenguaje y el método. “No importa —escribía— si entonces el método predilecto fuese el neopositivo o el neoempirismo”. Lo que importa, digo yo, es la sensibilización de Bobbio al conocimiento empírico.

En 1962 presenté en el Centro de Turín una larga ponencia sobre La metodologia della scienza politica; y fue en aquella ocasión que Bobbio y yo nos entendimos rápidamente. Y por pura casualidad —el Centro de Geymonat no tenía nada que ver— en 1959 mis primeras dispensas de mi primer curso de ciencia política en Florencia fueron sobre Questioni di metodo in scienza politica. Siempre por casualidad yo me había interesado —y todavía lo estoy— en semántica y en lenguaje, mientras que Bobbio publicaba ya en 1950 un largo ensayo intitulado Scienza del diritto e analisi del linguaggio. Por tal, nos encontramos rápidamente muy cercanos, bastante interesados en las mismas cosas.

Aparte del Centro de Estudios Metodológicos, el acercamiento de Bobbio a la ciencia política fue también dictado por dos ulteriores razones. La primera estaba dada por los filósofos “clásicos” que más le apasionaron, y después por los autores modernos que más leía: Cattaneo, Pareto, Weber y Croce. En lo concerniente a sus “clásicos”, Bobbio precisa que sus escritos sobre Hobbes, Locke, Kant y Hegel “no son propiamente escritos de historia del pensamiento político, porque su fin último es la definición y la sistematización de los conceptos que servirán para la elaboración de una teoría general de la política”. Precisamente, de una teoría general de la política. Sin la cual, me parece —y siempre lo he sostenido—, la ciencia política en el estricto sentido de una disciplina de investigación, corre el riesgo de dar vueltas en el vacío.

La otra razón era su fortísima pasión civil. De sí mismo Bobbio escribe que “si volteo la mirada al pasado (...) no tengo dudas sobre cuáles hayan sido mis principales actividades: la enseñanza universitaria”. Sí, es verdad. Pero Bobbio estuvo activo en el Partito d’Azione, proviene de la cultura gobettiana, y se declaró siempre de izquierda. Por lo tanto, siempre ha sido un pensador “empeñado”; empeñado pero no “enojado”, no faccioso. Para Bobbio, el intelectual no debe ser indiferente, sino que debe permanecer independiente. En 1968, en el curso de la tormenta estudiantil que observó al hijo contestar al padre (y esto fue un verdadero drama para Bobbio) confirmaba que “cultura es equilibrio intelectual, reflexión crítica (...) aborrecimiento de cualquier simplificación, de cualquier parcialidad”.
Politica e cultura de 1955 es definido por Bobbio “un debate de actualidad política”. Aquí, nuestro querido amigo exagera verdaderamente al disminuirse. Aquel libro, aquella espléndida colección de ensayos, es una de las obras que más me influyeron. Es un texto que nos enseña (espero) que el hombre de cultura debe evitar dos extremos: por un lado, el extremo de la cultura politizada que obedece a las directivas de los políticos, y por el otro lado, el extremo de la cultura que se encierra en una torre de marfil.

El caso es contado por él así: “En 1972 fui nombrado, en la recién nacida Facultad de Ciencias Políticas, titular de la cátedra de Filosofía Política (...). La invitación para transferirme a Ciencias Políticas se debía también al hecho de que yo tenía, desde 1962, el encargo de ciencia política (...) La fortuna de la ciencia política en nuestro país (Bobbio se refiere a Gaetano Mosca) se había escondido bajo el fascismo. Creo que las dos primeras cátedras fueron la mía en Turín y la de Giovanni Sartori, más joven que yo, en la Universidad de Florencia, primer titular de la disciplina después de un concurso”.

Hablaré dentro de poco de la importancia, para la historia de nuestra disciplina, del encargo de Bobbio. Antes quisiera continuar citando: “Mis cursos tenían por objeto el argumento príncipe de la ciencia política: los partidos”. Por casualidad, Bobbio debutaba, en sus clases de ciencia política, con el tema de los partidos políticos. Siguiendo la casualidad, mi segundo curso de ciencia política en Florencia se intitulaba Partiti e sistemi di partito (1965). Esta coincidencia es solamente fortuita. Pero véase acaso (y esta vez no era completamente una casualidad) que entre ambos nos hemos ocupado mucho, siempre, de democracia. Cuando lo iba a encontrar hablábamos poquísimo de política común, pero mucho de teoría de la democracia. Muchos comentadores han exagerado las diferencias, los puntos de disenso, entre nuestros respectivos textos. En nuestros coloquios estos disensos jamás surgieron. En tanto, ha sido Bobbio quien larga y atentamente me ha reseñado, y mejor que ningún otro. Y ciertamente podría ser mía, palabra por palabra, la definición “mínima” de democracia de Bobbio: la democracia es un “conjunto de reglas (primarias y fundamentales) que establecen quién está autorizado a tomar las decisiones colectivas y con cuáles procedimientos”. Aquí, las preguntas son: ¿quién decide? y ¿cómo se decide? Pero no basta. Porque para poder hablar de democracia es necesaria una tercera condición: el Estado de derecho. “De lo que resulta que el Estado liberal es el presupuesto no solamente histórico sino jurídico del Estado democrático”. Como se ve, nuestras vidas de estudiosos han estado particularmente entrelazadas. Haber perdido a Bobbio me deja la sensación de haber perdido una parte de mí mismo.

Retomando el argumento, el hecho de que el mismo Bobbio hubiese elegido enseñar ciencia política le cortaba la cabeza al toro. Desde el momento en que entré en campaña —y fue una campaña larga y extenuante— para obtener del Consejo Superior de la Instrucción (en ese entonces el procedimiento era este) una modificación del estatuto que introdujese en Italia la ciencia política como materia de enseñanza, durante quince años escuché re-mezclada la objeción de que la política no es ciencia sino arte, y por lo tanto, que una disciplina de la ciencia de la política no podía existir. Fue inútil desgañitarse respondiendo que también el arte es (por definición) arte, lo que no impedía que fuese enseñada; y además, observaba que la política (ciencia) es una cosa distinta que hacerla (arte). Al final gané la batalla. Es así que en 1957 pasé al encargo, en Florencia, de ciencia política (la Facultad fue tomada a contra pie: jamás pensaron que yo “desfondase” al Consejo Superior), y que en 1966 obtuviera, por traslado, la cátedra. Había invertido 16 años; y si no hubiese sido por el hecho de que la materia estaba legitimada (desde cuatro años antes) por la enseñanza en Turín de Bobbio, quién sabe si lo hubiera podido lograr.

Debe quedar claro que el Bobbio que enseña ciencia política se amarra sin solución de continuidad con el Bobbio profesor de filosofía de la política (que es la cátedra a la que pasa en 1972). Sin embargo, se puede distinguir entre el Bobbio que lleva a la teoría filosófica, y el Bobbio que lleva a la teoría empírica de la política. De este último quisiera recordar Il problema del potere: introduzione al corso di scienza della politica (1966), y sobre todo I saggi sulla scienza politica in Italia (1969) en los cuales el autor se detiene particularmente en Pareto y en Mosca. Pero la primera lectura que recomendaría a nuestros estudiantes es la antología de sus escritos editada por Pietro Polito: Elementi di politica (1998), un texto que despliega sobre una bastísima temática la extraordinaria capacidad analítica de Bobbio, la perfección de su construcción argumentativa, el brillo y la claridad de su prosa. Y véase, contextualmente, en el Dizionario di Politica dirigido por él y por Nicola Matteucci (1976) las 8 voces redactadas por Bobbio, comenzando por la voz de ciencia política. Agréguese “Dei possibili rapporti tra filosofia politica e scienza politica”, en AA.VV., Tradizione e novità della politica (1971); “Gli studi sociali e politici nell’universitá italiana”, Il politico (1973); “La scienza politica in Italia: da Mosca a Sartori”, en Mondoperaio (1985); y “Scienza politica e la tradizione degli studi politici in Italia”, en AA. VV., La scienza politica in Italia, editado por Luigi Graciano (1986).

Sobre la otra dirección, entre los escritos que Bobbio mismo considera de Filosofía política, existen al menos dos que el politólogo “teorético”, digamos, debe leer: Da Hobbes a Marx (1965); e Il marxismo e lo Stato (1976). Me detengo aquí porque, decía al inicio, todos los escritos de Bobbio (hasta 1993) están borrosamente enumerados en la Bibliografia. Pero para no perder el hilo y orientarse en las 442 páginas de títulos, es necesaria alguna guía. Y aquí he intentado proveer una primera, un primer trazo de lecturas sobre el Bobbio que nos ha ayudado a nacer y que quisiera que nos continúe ayudando a crecer. Por lo demás, Bobbio merece el reconocimiento de toda nuestra cultura. Bobbio ha sido para todos los estudiosos —no importa de qué cosa— un modelo de cómo se debe escribir, enseñar, y también participar en la vida pública. En ocasión de su cumpleaños número noventa, el 18 de octubre de 1999, dije lo siguiente: “el rigor y la lucidez de su escribir son cartesianos (...). Todos sus textos siempre están exactamente preparados, razonados, documentados (...). Las bibliografías de Bobbio están siempre en orden”. En 1999, Bobbio aún me podía leer, y por tal lo elogiaba en voz baja, como gustaba y se adecuaba al elogiado. Pero ahora que no me puede decir más “¡has exagerado!”, ahora lo digo: Bobbio ha sido y permanece como el más grande de todos nosotros.

* Texto tomado de la revista Metapolítica, Núm. 50, noviembre-diciembre de 2006. Reproducido con permiso de los editores.

Tuesday, November 14, 2006

World music o la dislocación de la música regional, por Héctor Villarreal



World music o la dislocación de la música regional *

Héctor Villarreal **

Una etiqueta mercadológica

El 29 de junio de 1987 un grupo de compañías discográficas reunidas en Londres comunicaron a la prensa la creación de la etiqueta world music, para incluir en ella fonogramas de algunos artistas que no se ajustaban a las características de las divisiones que venían empleando.1 A su vez, en las tiendas de discos se creó una sección con el nombre world music, nombre que, por lo general, no se traduce, como tampoco se hace con el blues, el soul, el funk, el rock and roll, etcétera, aunque algunos le dicen música del mundo y otros música internacional (y debe escribirse en minúsculas). En esa sección se ha venido colocando la música que no es clásica, que no es pop, ni rock o ningún otro género o subgénero moderno. Es decir, engloba a todas las expresiones musicales autóctonas y folclóricas que, como tales, no son propias de la civilización occidental o que se expresan de manera marginal a lo moderno.

La crítica a esa etiqueta es obvia: hay demasiada diversidad en lo que pretende abarcar. La explicación, de acuerdo con el párrafo anterior, es que se trata de una construcción mercadológica y no musicológica. Por tanto, en la sección world music no se clasifican los fonogramas por sus particularidades musicales sino por su referencia a una procedencia geográfica (aunque su producción es, por lo general, estadounidense o inglesa): Irlanda, India, Brasil, Suecia, etcétera, y desde su invención ha venido dando cabida a sellos discográficos que han hecho propia la denominación: Real World Music, Putumayo World Musíc, World Villa, Pirahna World Music y World Music Network, entre los más importantes. Por eso también, dentro de la etiqueta de worid music. hay quienes especifican si se traía de afro, indian, arabic, latin, etcétera, también con un criterio geográfico.

La deslocación de la música regional

Gracias a la modernidad tecnológica —con inventos como el fonógrafo, el disco de acetato, la radiodifusión, el radio y los sustitutos o complementos de ellos— y también a la capacidad de las industrias y el mercado para abaratar el precio de venta, tanto de los soportes materiales de la música como de los
aparatos para su reproducción o recepción, se abrió la posibilidad de que la música local de muchas regiones del mundo o de las metrópolis modernas tuviera audiencia entre sectores amplios de otros países o regiones distintos al propio, una especie de globalización de la oferta y demanda musical y su comercialización. Pertinente, al respecto, es la reflexión del antropólogo Jean-Marie Seca:

“¿Qué hay de realmente original en los grupos pop con respecto a los conjuntos musicales reales de los siglos XVII y XVIII? Hoy, como hace algunos siglos, algunos objetivos parecen los mismos [...] Lo que actualmente hay añadido, desde hace unas décadas, es la multiplicación de las posibilidades de acceso al placer musical y el aumento de las exigencias compartidas de calidad en las interpretaciones. Lo que hace un siglo era objeto de consumo reducido y en círculos restringidos es ahora venerado por millones de individuos en cualquier situación de la vida cotidiana”.2

Con esa infraestructura —ahora al servicio de la sensibilidad cultural posmoderna, que aprecia y está en búsqueda de lo no moderno— se abre también la posibilidad de conocer la música de los otros. En este caso, la amplia distribución de la world music ha permitido que sus consumidores —cada vez más numerosos y diversos entre sí— recreen sus imaginarios geográficos y simbólicos respecto de las culturas. Es decir, la música tradicional está apegada a un territorio, a un pueblo y a su historia, para el cual tiene una sola significación poco variable dentro de un código; pero el fenómeno de la world music extrae (desloca) fragmentos musicales de los distinto;) universos culturales (correspondientes a cada pueblo y lugar) y los pone en un mercado global en el que los consumidores los recomponen en la particularidad de sus respectivos referentes y significados.

La nueva significación de los otros

Han sido precisamente los sellos discográficos especializados los que le han dado a la world music su elemento discursivo, por el que ha superado la etiqueta mercadológica bajo la cual se mantenía a la música de los otros en un nivel de curiosidad en torno al subdesarroilo. Le han quitado mucho de lo kitsch (signo que ha perdido su significado original) para trascender como parte de distintos movimientos que promueven los derechos humanos, según comentaremos con mayor detalle más adelante.

De modo que si el turismo en gran escala ha sido una vía para configurar los imaginarios de la globalizacíón de los occidentales (estadounidenses, europeos y sectores desarrollados de otras regiones), el flujo cultural que acompañó a millones de inmigrantes de países pobres a los países ricos es otro de los vectores para recrear los imaginarios posnacionales, tanto de las esferas públicas en diáspora, según las llama Arjun Appadurai, antropólogo de la Universidad de Columbia, como de las sociedades donde llegan a radicar. En este caso, la world music va más allá de ser un instrumento de emancipación política y se convierte en canto para reivindicaciones socioculturales recientes, tales como la etnicidad y el multiculturalismo. La primera es definida por Appadurai como el núcleo de la construcción y movilización consciente e imaginativa de las diferencias (raciales, lingüísticas y tradicionales),3 y la segunda se refiere a la demanda creciente de igualdad en cuanto a todas las culturas, en la medida en que todas tienen igual valor, según proclama Charles Taylor, entre otros autores promotores del multiculturalísmo.4

Lo que puede constatarse es que la world music —a la que desde hace poco se le conoce también simplemente como world—, ha venido configurándose como un puente para el establecimiento del diálogo intercultural, que favorece la aceptación y el respeto del otro en la medida en que uno conoce y se apropia de las expresiones musicales ajenas.

La UNESCO y la música tradicional del mundo

Como efecto de esta conciencia del valor de la música en calidad de expresión del espíritu de cada pueblo, la UNESCO contribuye a preservar y difundir la riqueza musical de la humanidad al considerarla como una parte importante de su patrimonio cultural intangible, mediante la grabación de una colección de música tradicional del mundo a fin de asegurar su conservación en soportes materiales. Se traía de grabaciones realizadas en su propio contexto que, en la mayoría de los casos, incluyen músicas populares, eruditas, sagradas, rurales, urbanas, de fiesta o de carnaval expresadas mediante el canto, los instrumentos musicales o la danza. Con este fin colabora con el Consejo Internacional para la Música Tradicional (CIMT), el propósito es llevar a cabo grabaciones inéditas; y también trabaja con e! Consejo Internacional de Música (CIM) para reeditar en disco compacto sus colecciones antiguas. Estas grabaciones forman una colección que consta de cinco series: Músicas y Músicos del Mundo, Antología de Músicas Tradicionales, Música Tradicional de Hoy, Colección Celebración y A la Escucha del Mundo. Y ha editado a la fecha más de un centenar de títulos desde su lanzamiento en 1988.5

La Colección UNESCO no sólo documenta, ilustra y estudia un amplio abanico de formas y prácticas de músicas tradicionales; fomenta además la interpretación y la creación de músicas tradicionales a cargo de intérpretes contemporáneos. Así, la UNESCO presta su apoyo a festivales y conciertos con objeto de promover las músicas tradicionales, celebra seminarios científicos y mesas redondas en torno a las músicas amenazadas, y preserva los archivos sonoros en los centros de documentación.

WOMAD Y LA PROMOCIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS

Un mundo de música, artes y danza

En 1980 el músico Peter Gabriel, quien obtuvo fama como miembro del grupo británico de rock progresivo Génesis, entusiasmado por su gusto por la música tradicional de todo el mundo, creó World of Music, Arts and Dance, productora mejor conocida por su acrónirno Womad. En 1982, en Shepton MaIIett, Inglaterra, la Womad llevó a cabo su primer festival; desde entonces ha llegado a ser la principal productora de festivales de world music con más de l40 producciones en 22 países.6 Estas presentaciones se han caracterizado por ofrecer no sólo músicos, sino también el talento de muchos bailarines, artistas plásticos, actores y performanceros procedentes de distintos lugares, con lo cual diversos públicos pueden tener una impresión de otras culturas más acorde a lo que efectivamente son, todo lo cual ayuda a abatir prejuicios y discriminación.

Por lo anterior, puede decirse que world music no es únicamenie lo musical, es también una expresión artística multidisciplinaria, que involucra el trabajo de diseñadores gráficos, educadores y otros profesionistas, todos ellos con aspiraciones y convicciones meta y extramusicales en favor de la justicia social. Si expresiones como el rock, el punk o el hip hop se han caracterizado por discursos y actitudes de protesta anarquista, en el caso de la world music sus activistas proclaman la protesta en el sentido de la construcción de un orden social sustentado en valores postmodernos: tolerancia, equidad y solidaridad, supletorios de los valores modernos en quiebra: libertad, igualdad y fraternidad.

Militancia en escena

Las actividades de la Womad han estado determinadas por la militancia de Peter Gabriel en la promoción de los derechos humanos y la protección del medio ambiente, Sus conciertos se llenaron de consignas políticas en contra de! Apartheid en Sudáfrica, y desde 1988 ha trabajado con Amnistía Internacional, cuando realizó la gira Humans Rights Now, en la que visitó numerosos países junio con Sting, Bruce Springsteen, Tracy Chapman y Youssou N'Dour. Colaboró también, poco después, con Greenpeace en el álbum One World, One Voice.7

En 1989 Gabriel inauguró el sello discográfico y los estudios de grabación Real World para difundir (comercialmente, por supuesto) música de todos los rincones del planeta. Su catálogo incluye más de 3 mil títulos de piezas musicales; entre las más importantes, de Afro Ceit Sound System, Joseph Arthur, Nusrat Faíeh Ali Khan, Ayub Ogada and Geoffrey Oryema y, por supuesto, su fundador. Real World destaca que lo mejor de su catálogo no corresponde a piezas identificadas con nacionalidades o etnias específicas, sino que son resultado de la colaboración entre músicos de diferentes culturas.8

Cabe comentar que muchas expresiones artísticas, las musicales entre ellas, han tenido desde hace cientos de años una intención política —ya sea revolucionaria, nacionalista, partidista o vinculada a cualquier línea de pensamiento y militancia—. pero es la puesta a disposición de mensajes, imágenes y símbolos en un escenario global (con los flujos que la caracterizan) lo que posibilita la renovación de las manifestaciones a favor de los derechos humanos ante situaciones inéditas, como el multiculturalismo y la etnicidad en relación con esferas públicas en diáspora, referidas anteriormente.

De la otredad a la nostredad

En su carrera como solista, Peter Gabriel dio rienda suelta a sus inquietudes políticas y a la expresión musical de ellas en su álbum Us, de 1991, cuyo propósito era concientizar a cada individuo en la manera en que es visto por los demás y cómo ve a los demás, de modo que se mejoren la comunicación y las relaciones entre los seres humanos en todas las formas posibles. En tanto se designa a grupos de personas como unos otros, se establece una barrera en relación con ellos. Por tal motivo Peter Gabriel ha apostado por la música como un medio de comunicación que permita superar esas barreras. La música de Us y otras piezas importantes de la discografía de Gabriel se presentaron en concierto en una gira mundial llamada Secret Worid; ésta inició en abril de 1993 y participaron músicos, cantantes y bailarines de distintas nacionalidades, quienes aportaron sus particulares talentos para una escenificación espectacular presenciada por más de un millón de asistentes en los cinco continentes durante los 18 meses que duró la gira, y aún muchos más gracias al video del mismo nombre.9

Desde una línea de pensamiento francamente promotora de una sociedad multicultural, Womad sostiene proyectos' educativos en ese sentido desde 1983 mediante su Fundación (Womad Foundation); estos proyectos se llevan a cabo en talleres donde se emplean las publicaciones y otros materiales educativos que ella ha producido. Uno de sus proyectos se llama The Growth of Music, que consiste en una serie de sesiones educativas que presentan a músicos que ejecutan piezas tradicionales de sus países de origen. Otro proyecto es Cultura! Collaborations, que, como su nombre lo indica, reúne a músicos de diversas culturas para explorar formas de colaboración entre sí y aprender unos de otros o de gente más preparada en aspectos técnicos, lo cual abre nuevas posibilidades a la creatividad. Y el tercero importante es el de Voices of ihe Ancestors, enfocado a músicos que trabajan en la exploración de su herencia cultural.10

Notas

1 "World Music History", en fRoots, www.frootsmag.com
2 Jean-Marie Seca, Los músicos underground, Barcelona, Paidós, 2004, p. 207.
3 Arjun Appadurai, La modernidad desbordada, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1996, pp. 28-31.
4 Charles Taylor, El multiculturalismo y "la política de reconocimiento", México, Fondo de Cultura Económica, 1993.
5 Véase The Intematíonal Council Music en www.unesco.oig/ icm e Intemationa! Counril for Tradidonal Music en www.ethno-music.uca.edu/ICTM/
6 Fuente: womad.org
7 petergabriel.com
8 realworldrecords.com
9 petergabriel.com
10 womad-org

* Fragmento del libro del autor Imaginarios musicales de la globalización. México, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca, 2006. 130 p. (Fondo Editorial Tierra Adentro, 322) Reproducido con permiso del autor.

** Ensayista. Sitio web: http://hectorvillarreal.info

Tuesday, November 07, 2006

Tesis de política, por Enrique Dussel



Tesis de política *
Enrique Dussel

Palabras preliminares

Estas veinte tesis sobre política van dirigidas primeramente a los jóvenes a los que deben comprender que el noble oficio de la política es una tarea patriótica, comunitaria, apasionante. Es verdad que la actividad política se ha corrompido en gran medida, en particular entre los países poscoloniales, porque nuestras élites políticas desde hace 500 años han gobernado para cumplir con los intereses de las metrópolis de turno (España, Portugal, Francia, Inglaterra y hoy Estados Unidos). Considerar a los de abajo, a la comunidad política nacional, al pueblo de los pobres, oprimidos y excluidos, es tarea que cuenta con poca prensa y prestigio.

Por ello, ante la reciente experiencia latinoamericana de una cierta “Primavera política” que se viene dando desde el nacimiento de muchos nuevos movimientos sociales (como las “Madres de Plaza de Mayo” o los “piqueteros”, los “Sin Tierra”, los “cocaleros”, las movilizaciones indígenas de Ecuador, Bolivia, Guatemala, y tantos otros) reunidos en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, y desde la inesperada elección de Néstor Kirchner, de Tabaré Vázquez, de Luiz Inacio “Lula” da Silva, de Hugo Chávez, de Evo Morales, y de la perenne y proverbial figura del “abuelo” Fidel Castro (que como el Viejo Vizcacha del Martín Fierro, y como el zorro, “más sabe por viejo que por zorro”), entre los que no hay que olvidar la figura simbólica del Sub Marcos, entre tantos otros signos de esperanza, debemos comenzar a crear una nueva teoría, una interpretación coherente con la profunda transformación que nuestros pueblos están viviendo.

La nueva teoría no puede responder a los supuestos de la modernidad capitalista y colonialista de los 500 años. No puede partir de los postulados burgueses, pero tampoco de los del socialismo real (con su imposible planificación perfecta, con el círculo cuadrado del centralismo democrático, con la irresponsabilidad ecológica, con la burocratización de sus cuadros, con el dogmatismo vanguardista de su teoría y estrategia, etc.). Lo que viene es una nueva civilización transmoderna, y por ello transcapitalista, más allá del liberalismo y del socialismo real, donde el poder era un tipo de ejercicio de la dominación, y donde la política se redujo a una administración burocrática.

La “izquierda” (aquel lugar ocupado por grupos progresistas en una de las asambleas de la Revolución francesa) exige una completa renovación ética, teórica y práctica. La izquierda gobernó desde los Comités centrales o como oposición. Pasar a la responsabilidad democrático política de ejercer un poder obediencial no es tarea fácil; es intrínsecamente participativa; sin vanguardismos; habiendo aprendido del pueblo el respeto por su cultura milenaria, por sus narrativas míticas dentro de las cuales ha desarrollado su propio pensamiento crítico, sus instituciones que deben integrarse a un nuevo proyecto.

El siglo XXI exige gran creatividad. Aun el socialismo, si todavía tiene algún significado, deberá desarrollarse como indica Evo Morales, también como una “revolución cultural” (y no es ya para nada la de la China de 1966). Es la hora de los pueblos, de los originarios y los excluidos. La política consiste en tener “cada mañana un oído de discípulo”, para que los que “mandan manden obedeciendo”. El ejercicio delegado del poder obediencial es una vocación a la que se convoca a la juventud, sin clanes, sin corrientes que persiguen sus intereses corrompidos, y son corrompidos por luchar por intereses de grupos y no del todo (sea el partido, sea el pueblo, sea la patria, sea América Latina, sea la humanidad).

Además, estas 20 tesis situadas en un nivel abstracto deberán ir ganando, con su desarrollo posterior, mayor concreción. Así las tesis 1 a 9 son las más simples, abstractas y fundamentales, sobre las que se construye el resto. Como indicaba Marx, “hay que ascender de lo abstracto a lo concreto”. Las tesis 11 a 20 son más complejas y concretas, ya que integran la contradicción que supone que el pueblo toma la palabra y entra a la acción como un actor colectivo. En el futuro, nuevas tesis deberían situar estos niveles en un grado aún mayor de complejidad y concreción, al tomar en cuenta la integración del tema colonial, poscolonial, las metrópolis y el imperio, y la lucha de liberación contra esas fuerzas internacionales. Aún cabrían otras tesis, donde en un máximo de complejidad entren a jugar los procesos de dominación y alienación en todos los niveles, y cuando los principios normativos pueden enfrentarse y hay que elegir unos ante otros (dentro de la inevitable incertidumbre), y esto porque los pueblos no actúan como sujetos puros, sino como bloques contradictorios, que frecuentemente en la historia traicionan sus reivindicaciones más profundas. ¿Cómo pudieron elegir pueblos enteros a Hitler, G. W. Bush o gobiernos como los de Menem o Fujimori (porque el de Salinas no fue electo, sino que significó una vulgar usurpación)?

Enrique Dussel
Cerca de Anenecuilco, Morelos,
24 de marzo de 2006


Introducción

[1.01] Para entender lo político (como concepto), la política (como actividad), es necesario detenerse en analizar sus momentos esenciales. En general el ciudadano, el político por profesión o vocación, no han tenido posibilidad de meditar pacientemente el significado de su función y responsabilidad política. En esta Primera parte se trata de estudiar los diversos momentos de lo político, sus niveles y esferas, y en especial en tiempo de tanta corrupción la cuestión de los principios normativos de la política. Una vez que hayamos dado cuenta en abstracto de los momentos mínimos de lo político, podremos ascender a un nivel más concreto, conflictivo y crítico (que será el tema de la Segunda parte).

Tesis 1
La corrupción de lo político. El “campo político”. Lo público y lo privado


[1.1] La corrupción de lo político

[1.11] Habría que intentar en primer lugar debatir sobre lo que lo político “no es”, para despejar el campo positivo. Lo político no es exclusivamente ninguno de sus componentes, sino todos en conjunto. Una casa no es sólo una puerta, ni sólo una pared, ni un techo, etc. Decir que la política es uno de sus componentes aisladamente es una reducción equivocada. Hay que saber describirla como totalidad. Pero además, en totalidad, hay malas casas, casas que no permiten vivir bien, que son demasiado pequeñas, o inútiles, etc. De la misma manera en lo político.

[1.12] Lo político como tal se corrompe como totalidad, cuando su función esencial queda distorsionada, destruida en su origen, en su fuente. Anticipando a lo que después explicaremos, es necesario al que se inicia en la reflexión de lo que sea lo político prestar atención a su desvío inicial, que haría perder completamente el rumbo de toda acción o institución política.

[1.13] La corrupción originaria de lo político, que denominaremos el fetichismo del poder, consiste en que el actor político (los miembros de la comunidad política, sea ciudadano o representante) cree poder afirmar a su propia subjetividad o a la institución en la que cumple alguna función (de allí que pueda denominarse “funcionario ”) —sea presidente, diputado, juez, gobernador, militar, policía— como la sede o la fuente del poder político. De esta manera, por ejemplo, el Estado se afirma como soberano, última instancia del poder; en esto consistiría el fetichismo del poder del Estado y la corrupción de todos aquellos que pretendan ejercer el poder estatal así definido. Si los miembros del gobierno, por ejemplo, creen que ejercen el poder desde su autoridad autorreferente (es decir, referida a sí mismos), su poder se ha corrompido.

[1.14] ¿Por qué? Porque todo ejercicio del poder de toda institución (desde el presidente hasta el policía) o de toda función política (cuando, por ejemplo, el ciudadano se reúne en cabildo abierto o elige un representante) tiene como referencia primera y última al poder de la comunidad política (o del pueblo, en sentido estricto). El no referir, el aislar, el cortar la relación del ejercicio delegado del poder determinado de cada institución política con el poder político de la comunidad (o pueblo) absolutiza, fetichiza, corrompe el ejercicio del poder del representante en cualquier función.

[1.15] La corrupción es doble: del gobernante que se cree sede soberana del poder y de la comunidad política que se lo permite, que lo consiente, que se torna servil en vez de ser actora de la construcción de lo político. El representante corrompido puede usar un poder fetichizado por el placer de ejercer su voluntad, como vanagloria ostentosa, como prepotencia despótica, como sadismo ante sus enemigos, como apropiación indebida de bienes y riquezas. No importa cuáles aparentes beneficios se le otorguen al gobernante corrompido, lo peor no son los bienes mal habidos, sino el desvío de su atención como representante: de servidor o del ejercicio obediencial del poder a favor de la comunidad se ha transformado en su esquilmador, su “chupasangre”, su parásito, su debilitamiento, y hasta extinción como comunidad política. Toda lucha por sus propios intereses, de un individuo (el dictador), de una clase (como la burguesa), de una élite (como los criollos), de una “tribu” (herederos de antiguos compromisos políticos), son corrupción política.

[1.2] El campo político

[1.21] Todo lo que denominamos político (acciones, instituciones, principios, etc.) tienen como espacio propio lo que llamaremos campo político. Cada actividad práctica (familiar, económica, deportiva, etc.) tiene también su campo respectivo, dentro del cual se cumplen las acciones, sistemas, instituciones propias de cada una de estas actividades.

[1.22] Usaremos el concepto de campo en un sentido aproximado al de Pierre Bourdieu.1 Esta categoría nos permitirá situar los diversos niveles o ámbitos posibles de las acciones y las instituciones políticas, en las que el sujeto opera como actor de una función, como participante de múltiples horizontes prácticos, dentro de los cuales se encuentran estructurados además numerosos sistemas y subsistemas —en un sentido semejante al de N. Luhmann.2 Estos campos se recortan dentro de la totalidad del “mundo de la vida cotidiana”.3 Nos interesarán especialmente los campos prácticos.

[1.23] El sujeto, entonces, se hace presente en dichos campos situándose en cada uno de ellos funcionalmente de diversa manera. El sujeto es la S del esquema 1.2, que aparece en los campos A, B, C, D y N (como hemos dicho, en un campo familiar, de la vida de barrio o aldea, del horizonte urbano, o de los estratos sociales, de la existencia económica, deportiva, intelectual, política, artística, filosófica, y así indefinidamente). El mundo cotidiano no es la suma de todos los campos, ni los campos son la suma de los sistemas, sino que los primeros (el mundo, el campo) engloban y sobreabundan siempre a los segundos (los campos o sistemas), como la realidad siempre excede todos los posibles mundos, campos o sistemas; porque al final, los tres, se abren y se constituyen como dimensiones de la intersubjetividad. Y esto es así porque los sujetos están inmersos ya desde siempre en redes intersubjetivas, en múltiples relaciones funcionales en las que juegan el lugar de nodos 4 vivientes y materiales insustituibles.5 No hay campos ni sistemas sin sujetos (aunque puede considerarse a un sistema analítica y abstractamente como si no tuviera sujeto).

[1.24] Todo campo político es un ámbito atravesado por fuerzas, por sujetos singulares con voluntad, y con cierto poder. Esas voluntades se estructuran en universos específicos. No son un simple agregado de individuos, sino de sujetos intersubjetivos, relacionados ya desde siempre en estructuras de poder o instituciones de mayor o menor permanencia. Cada sujeto, como actor es un agente que se define en relación a los otros.

[1.25] El mundo de cada uno, o el nuestro, está compuesto por múltiples campos. Cada campo, por su parte, puede estar atravesado por otros; lo mismo que el campo por diversos sistemas. El sujeto sabe cómo comportarse en todos ellos; tiene mapas cerebrales para cada uno de ellos lo cual le ha valido un largo aprendizaje del poder moverse sin cometer errores prácticos, de lo que no tiene sentido desde del horizonte hermenéutico que cada campo supone.

[1.26] Cada campo tiene grupos de intereses, de jerarquización, de maniobras; con sus respectivas expresiones simbólicas, imaginarias, explicativas. Se puede efectuar entonces una topografía o mapa de las diversas fuerzas emplazadas, con respecto a las cuales el sujeto sabe actuar. Pero dicho campo no es sólo un texto para ser leído (como opinaría P. Ricoeur), ni símbolos a ser decodificados, ni imaginarios para ser interpretados; son igualmente acciones puestas con finalidades, repetidas en instituciones, estructuradas en consensos, alianzas, enemistades. Son estructuras prácticas de poder de la voluntad y narrativas para ser conocidas por la razón práctica intersubjetiva.

[1.27] El campo es ese espacio político de cooperación, de coincidencias, de conflictos. No es entonces la estructura pasiva (del estructuralismo), sino un ámbito de interacciones, que no sólo se distingue de la lógica de la mecánica cartesiana, newtoniana o einsteiniana, sino que se aproxima más a la lógica de la termodinámica de la teoría de la complejidad, con relaciones bifurcadas (o plurifurcadas) de causa-efecto no lineales sociales, políticas.

[1.28] Todo campo está delimitado. Lo que queda fuera del campo es lo que no le compete; lo que queda dentro es lo definido como componente por las reglas que estructuran las prácticas permitidas dentro del campo. Los límites definen la superficie que fija la esfera del cumplimiento normativo de su contenido, diferenciando lo posible de lo imposible:6 “Estamos obligados a decir que el objetivo político de la guerra está situado realmente fuera de la esfera de la guerra”.7 De manera que tanto el campo político como el de la guerra son diferentes, y sin embargo el actor puede cruzarse de uno a otro en un instante.

[1.29] Todo campo tiene diversos sistemas. El campo político puede estar institucionalizado por un sistema liberal o socialista real, o por el sistema de participación creciente (como lo intenta la Revolución bolivariana de Venezuela o la de Evo Morales en Bolivia).

Así como los campos se cruzan (el campo económico puede cruzar al político), los sistemas de cada campo pueden a su vez cruzarse entre ellos (el sistema capitalista puede cruzarse con el sistema liberal o con un sistema poscolonial de élites formadas en la dependencia política). La burguesía, con la Revolución inglesa del siglo XVII, creó un sistema político parlamentario que le permitió desarrollar el sistema capitalista económico hasta alcanzar la revolución industrial (sistema tecnológico subsumido materialmente dentro del sistema capitalista). Como puede verse estas distinciones son mucho más adecuadas que la “instancia” de L. Althusser —pésima interpretación del marxismo Standard.




[1.3] Lo privado y lo público

[1.31] Lo privado-público8 son diversas posiciones o modos del ejercicio de la intersubjetividad. La intersubjetividad contiene ante sus ojos a] la trama desde donde se desarrolla la objetividad de las acciones y las instituciones (como el contexto de la existencia y del sentido), y es también b] un a priori de la subjetividad (ya que siempre es un momento constitutivo anterior, génesis pasiva).

El matrimonio monógamo, por ejemplo, es una institución social objetiva (ante la conciencia como un objeto), y es al mismo tiempo (en referencia a la madre y el padre concretos de la subjetividad del hijo) lo que está debajo y antes constituyendo la propia subjetividad del niño. La democracia es una institución política objetiva, que origina al mismo la subjetividad tolerante de los ciudadanos desde la cuna, como supuesto subjetivo. Es decir, toda subjetividad es siempre intersubjetiva.

[1.32] Se denominará privado el accionar del sujeto en una posición intersubjetiva tal que se encuentre protegido de la presencia, de la mirada, del ser agredido por los otros miembros de los múltiples sistemas intersubjetivos de los que forma parte. Sería una práctica externa al campo político. En la relación privada hay siempre participantes (al menos dos) que no hacen perder al otro el carácter de privada de la relación. Son los participantes de la esfera de los “próximos”, de los “nuestros”, de los “propios”, de los “habituales”, de los “familiares”. Es por ello por lo que, sistémico-institucionalmente, se habla frecuentemente de la familia, de los que se encuentran “para-adentro” de las paredes del hogar; paredes que nos separan de lo “extraño”, “ajeno”, “exterior”: de los “elementos”, de lo “peligroso”, que debió aterrorizar en los tiempos primitivos al ser humano.

[1.33] Lo público, por el contrario, es el modo que el sujeto adopta como posición intersubjetiva en un “campo con otros”; modo que permite la función de “actor”, cuyos “papeles” o acciones se “representan” ante la mirada de todos los otros actores; papeles definidos desde el relato o narrativa fundante (el libreto completo) de un cierto sistema político. “Entrar” en la “esfera pública” es “salir” de una esfera privada (privacidad donde deja de darse la escenografía del “teatro”, del ser actor y del cumplir papeles; aunque los habrá de alguna manera, en la esfera privada). Hay entonces “limites”, “líneas”, umbrales, que continuamente se están atravesando, sobrepasando, entrecruzando como cumplimiento de las reglas o como trasgresiones. Lo público es el ámbito de lo ostensible, y por ello el lugar más público imaginado posible es el de la asamblea política de los representantes —vistos y observados responsablemente por los representados, que juzgan con derecho si son correctamente representados en sus intereses. Desde el “ágora” griega o el “magno consejo” de Venecia, la política es sinónimo de “lo público”.

[1.34] Lo obrado por el político (en cuanto tal) en la oscuridad no-pública (que unos videos pueden poner públicamente a la vista de todos) es corrupción (en tanto oculta al representado, a la comunidad, actos no justificables a la luz pública). Por su parte, la “opinión pública” es el medio donde se alimenta lo público político.

Notas

1 Véase de Pierre Bourdieu sobre el “campo”, Questions de Sociologie (Bourdieu, 1984); L’Ontologie politique de Martin Heidegger (Bourdieu, 1989); Les Régles de l ’Art. Genèse et Structure du Champ Littéraire Bourdieu, 1992).

2 Sobre Luhmann véanse sus obras Die Politik der Gesellschaft (Luhmann, 2000) y Poder (Luhmann, 1995).

3 El “mundo de la vida cotidiana” (Lebenswelt) no es el “en-donde” los sistemas colonizan, sino que es el todo dentro del cual hay sistemas componentes de la misma “vida cotidiana”.

4 Véase Manuel Castells, en el volumen 1: La sociedad red, de su obra La era de la información: Economía, sociedad y cultura(Castells, 2000).

5 Véanse muchas definiciones sobre “subjetividad”, “intersubjetividad”, etc., en mi trabajo “Sobre el sujeto y la intersubjetividad”, en Hacia una filosofía política crítica (Dussel, 2001, pp.319 ss).

6 Lo “imposible” es aquello que supera el horizonte del campo y lo transforma en otra práctica.

7 K. von Clausewitz, De la guerra, L. I, cap.2 (Clausewitz, 1999, p.26).

8 “Lo público” viene del latín Publica significa las “rentas del Estado”; publico (como verbo), en cambio, es “confiscar adjudicando al fisco un tesoro común”; publicum significa el tributo, el subsidio, y el lugar o territorio donde se pone lo común del Estado. De allí la respublica (genitivo reipublicae) son “los bienes de la comunidad” en primer lugar; y, por extensión, todo lo común a la comunidad, los lugares de las acciones comunitarias. En castellano lo “público” es “lo sabido y visto por todos” ((Moliner, 1992, vol. 2, p.876).

* Fragmento del libro del autor 20 tesis de política. México, Siglo XXI, Centro de Cooperación Regional para la Educación de Adultos en América Latina y el Caribe, 2006. Reproducido con autorización de la editorial.

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